Ismael G. Cabral
El trabajo "sinfónico" de Antonio Murga va a constituir uno de los episodios más importantes de su obra. No tan redonda como su Sinfonía 1 Del Ser, esta Segunda acumula muchos elementos y es menos concreta que su predecesora. Con todo es una gozada disfrutar de sus ritmos crudos, incrustaciones stravinskianas (y no solo) y un tono se diría que hasta luminoso y melancólico (en su sexto movimiento). Puro Murga.
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Antonio Murga es un rompedor que no blande ninguna bandera salvo la de la iconoclastia, si es que dicha bandera existe.
Con una duración de poco más de media hora, nos presenta una obra con forma de lo que él llama sinfonía, cosa cierta si atendemos a la primera acepción del diccionario que define ésta como “Conjunto de voces, de instrumentos, o de ambas cosas, que suenan acordes a la vez”.
Da igual que llueva, haga frío o haya pandemia, este creador prolífico e incansable da forma a sus elucubraciones en cualquier momento y sin que importe el destinatario. Realiza, a través de la composición (o descomposición, quizás), una música que hay que buscar, ya que ella no va a saltar al encuentro de las masas. Por ello se trata de una expresión absolutamente pura y que presumiblemente podría acercarse a la idea de una cierta libertad.
Esta música parece expresar una intención revolucionaria puesta en práctica en sí misma, en el hecho de ser. Y podría verse como un regalo: el de hacer consciente a quien esté despierto de que es posible tomar libremente todas las fuentes culturales que le apetezca para jugar a hacer música o arte sonoro con cualquier medio a su disposición, por barato que sea, incluso gratuito.
Murga evoca mundos imaginarios e indeterminadas culturas exóticas que se difuminan en el maremagnum conceptual de la obra. Junta opuestos estilísticos como en un oxímoron musical, como por ejemplo el canto operístico con un ritmo electrónico de batería. Suele introducir, funcionando como un disolvente, atmósferas de coros sintéticos evocadores de un más allá extraterrenal, y muestra bastante proclividad a ponerle la zancadilla a los patrones rítmicos que utiliza.
Funde estilos sin un orden aparente, creando una suerte de New age marciana que escapa de las etiquetas, aunque expolie el Breakbeat, subvierta el jazz, se regodee en el ambient. Lo mismo incluye sonidos guturales y de excitación sexual humana que da vida a una miscelánea de sonidos de la naturaleza y de música aborigen. Su música es la eclosión de un caos muy personal a partir de detritus culturales de toda índole: emisiones radiofónicas, voces tomadas de no se sabe dónde, fragmentos de orquesta de cámara, ritmos militares, sonidos midi, de sintetizadores, de instrumentos eléctricos y acústicos. Todo ello conforma un mosaico que trata de escapar a lo descriptible y que configura un estilo absolutamente inclasificable. Podría parecer que esta música hubiera sido hecha por un ente sin conciencia o por una máquina que, situada en una lejana galaxia, recibiera múltiples señales sonoras provenientes de la Tierra y las agitase en una azarosa coctelera. No sería aventurado afirmar que esta música sería perfectamente apta para agriar el efecto de los estupefacientes en una rave party.
Cada pieza es, invariablemente, una colección de momentos cuyo paso de uno a otro se produce a veces en suave transición o, en otras ocasiones, con una brusquedad inesperada, tal como sucede con los finales de los temas. No es extraño encontrar fade outs dentro de una misma pieza más que al final de la misma, donde podemos chocarnos de golpe contra un cese radical del sonido. Tampoco ha de sorprendernos, aunque en realidad es lo que sucede, que en cualquier parte de un movimiento nos parezca que éste ha concluido pero luego continúe.
No existe ningún recelo a la hora de introducirse ruidos de masa de cables o de cualquier otro tipo, ni al tomar la decisión de crear cacofonías armónicas y rítmicas. A veces pareciera que se ha aprovechado la grabación de algún niño tecleando un pianito con cierta torpeza. Los coros de voces celestiales, ya sean de voces reales o sintéticas, bien pueden convertirse momentáneamente en coros demoníacos merced a las disonancias producidas por la interacción con otros sonidos simultáneos.
Se trata de una música sin músicos, sin intérpretes. Con todo, el proceso creativo se encuentra y se materializa en el montaje, en la edición que usa una metodología próxima al punk en lo que a producción se refiere. La creación de murallas auditivas mediante la mezcla de bucles sonoros, la aparición de trozos de discos, el sampleo de los mismos, el jugueteo con teclados y con archivos de audio, el tratamiento digital de las fuentes utilizadas: todo ello contribuye a crear la amalgama informal de este magno collage sonoro. Y todo ello está ejecutado con una parquedad de medios que, como contrapartida ventajosa, permiten a Murga componer en cualquier sitio.
El artista crea su universo, su anarquía sónica, desde una ubicación indeterminada, aunque se asiente en una localización geográfica muy concreta. Sus artefactos están hechos en Sevilla, pero bien podrían estar hechos en Nueva York, Tokio, Ulan Bator o Sidney: internet y la tecnología accesible a cualquier persona están al alcance de la mano.
Esta manera de hacer música es una llamada al desorden y a la rebelión. Es una alternativa lúdica que propugna la filosofía del Hazlo Tú Mismo como arma para combatir la frecuentemente aburrida matraca musical que nos ofrece la industria y las bastardas escenas musicales que afloran aquí y allá. Esta subversión aparece sugerida asimismo en los títulos de los movimientos de esta sinfonía, verdaderas vueltas de tuerca de los sentidos de las frases mediante ingeniosos juegos de palabras.
HAM Records and Sotterfugi (editori)
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supported by 5 fans who also own “Sinfonía nº 2. Almas de doble filo”
This is great industrial ambient album. The low ruble augmented by sheering metal scrapes with crescendo screeching high notes is perfect for my listening pleasure.
Listened to both track twice before buying album and writing this review.
SKULL FACE Rating: 10/10
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